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7 señales de que comes muy poco (y eso impide adelgazar)

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Recuerda: el organismo no es un enemigo, no hay que matarlo de hambre

Comes 1200 calorías al día, has dejado de cenar, cuentas cada migaja. Haces todo según las reglas de la dieta, pero el peso se queda igual. Incluso a veces aumenta. Los reventones ocurren cada vez más, el estado de ánimo está en cero, no tienes energía. ¿Te suena familiar?

El paradoja es que a menudo el problema no es comer demasiado, sino comer muy poco. El organismo percibe una restricción estricta de calorías como una amenaza para la supervivencia y activa un modo de ahorro. El metabolismo se ralentiza, el peso se detiene y sigues hambriento sin beneficio. Analizamos las señales de que comes muy poco — y cómo corregirlo.

Lo más importante del artículo:

  • Una ingesta calórica demasiado baja ralentiza el metabolismo y bloquea la pérdida de peso;
  • La sensación constante de hambre y obsesión por la comida son signos de subalimentación;
  • La caída del cabello, la fragilidad de las uñas y los trastornos en el ciclo están relacionados con la deficiencia calórica;
  • Los reventones ocurren porque el organismo necesita energía;
  • El déficit ideal para adelgazar es del 15-20% de la norma, no del 50%;
  • Importante: antes de cambiar tu dieta debes consultar con un dietista.

El peso se detuvo y no avanza

Durante las dos primeras semanas de dieta, el peso baja. Dos o tres kilos menos — genial, todo funciona según plan. Pero luego la balanza se queda quieta. Una semana — igual. Dos semanas — igual. Un mes — ni un gramo.

La lógica sugiere: si no adelgazo, es porque como demasiado. Hay que reducir aún más las calorías. Eliminar la cena completamente, renunciar a frutas, pasar solo a vegetales. Pero esto es una trampa.

Cuando la ingesta calórica cae demasiado baja, el organismo entra en modo de ahorro energético. Es un mecanismo evolutivo de supervivencia. El cuerpo no entiende que estás en dieta — piensa que ha llegado el hambre. Y comienza a ahorrar cada caloría.

Lo que sucede: el metabolismo basal disminuye un 20-30%. El organismo gasta menos energía para mantener la temperatura, digestión y movimiento. La glándula tiroides produce menos hormonas. La actividad física disminuye — quieres acostarte más que moverte.

Resultado: comes 1200 calorías, pero ahora gastas no los 1800 como antes, sino 1300. Casi no hay déficit calórico, el peso no baja. Esto se llama «termogénesis adaptativa» — una respuesta protectora del organismo ante el hambre.

Siempre piensas en la comida

La comida ocupa todos tus pensamientos. Te despiertas y piensas qué comer para el desayuno. En el trabajo calculas las horas hasta el almuerzo. Por la noche sueñas con un sándwich. Pasas páginas de recetas en redes sociales, miras programas culinarios, hablas con amigas sobre dietas.

No es debilidad de carácter ni falta de voluntad. Es biología. Cuando el organismo no recibe suficiente energía, el cerebro activa un programa de búsqueda de comida. Es una prioridad para la supervivencia.

La obsesión por la comida es un signo clásico de subalimentación. En experimentos con ayuno (como el famoso «Experimento de Minnesota») las personas comenzaban a coleccionar recetas, soñar con comida, hablar solo de alimentación.

Está bien pensar en la comida ocasionalmente antes de comer. No está bien cuando los pensamientos sobre comida te persiguen constantemente, interfieren con el trabajo, dormir o comunicarte. Es una señal: el organismo necesita más energía.

Agotamiento constante y frío

No hay energía en absoluto. Levantarse por la mañana es un milagro. En el trabajo quieres apoyar la cabeza en la mesa. ¿Entrenamiento? Olvídalo, solo tienes fuerzas para el sofá. No es pereza — es falta de combustible.

Las calorías son energía para todos los procesos del organismo. Cuando hay pocas, el cuerpo empieza a ahorrar. Lo primero que se reduce es la actividad física. NEAT (actividad cotidiana) disminuye: caminas menos, te mueves menos, haces menos gestos.

Siempre estás frío. Tus manos y pies están helados incluso en un lugar cálido. Te pones tres suéteres, pero aún así sientes frío. El organismo reduce la temperatura corporal para gastar menos calorías en calentamiento.

Esto es especialmente notorio en mujeres en dietas estrictas. La termogénesis (producción de calor) requiere energía. Cuando hay pocas calorías, el cuerpo deja de “encender la estufa”. De ahí el frío constante.

Qué hacer: si sientes agotamiento y frío constante durante una dieta, es una señal roja. Debes aumentar la ingesta calórica. Sí, al principio puede haber un ligero aumento de peso (agua, glucógeno), pero luego el metabolismo se restablecerá y la pérdida de peso continuará.

Reventones y exceso de comida

Te mantienes una semana, dos o tres. Comes estrictamente según el plan, renuncias a todo lo delicioso. Pero luego te pasa algo. Te comes la mitad de un pastel, una bolsa de galletas, tres sándwiches a la vez. Luego vino, culpa, odio hacia ti mismo. Y otra dieta estricta.

No es falta de voluntad. Es una respuesta protectora del organismo al hambre. Cuando el cuerpo no recibe calorías durante demasiado tiempo, se activa un mecanismo de “comer en exceso”. El cerebro da la orden: come todo lo que veas, mientras puedas.

Los reventones son inevitables con una restricción muy estricta. Cuanto más dura la dieta, más fuertes son los reventones. Desde 1000 calorías al día, es fácil comer 3000 en una sola vez. El organismo exige lo suyo.

La paradoja es que estos reventones a menudo anulan todo el déficit. Seis días con 1200 calorías, un día de 3000 — en promedio sale casi la norma. El peso no baja, pero el sufrimiento fue grande.

Enfoque saludable: déficit moderado (15-20% de la norma), que puedes mantener sin reventones. Es mejor comer 1600 calorías cada día y adelgazar lentamente, que saltar entre 1000 y 3000.

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Cae el cabello y se rompen las uñas

El cabello cae en mechones. Se queda en el peine, la almohada y en la ducha. Las uñas se parten y rompen con el más mínimo roce. La piel se volvió seca, pálida y aparecieron erupciones.

El organismo es un sistema inteligente de prioridades. Cuando hay pocos recursos, los dirige a órganos vitales: corazón, cerebro, pulmones. El cabello, uñas y piel no son críticos para la supervivencia. Reciben nutrición por residuo.

Los folículos capilares son muy sensibles a la deficiencia calórica y proteica. En subalimentación, el cabello entra en fase de caída prematura. El resultado se nota a los 2-3 meses tras comenzar una dieta estricta.

Las uñas necesitan proteína, biotina, zinc y hierro. En deficiencia calórica suele haber también déficit de micronutrientes. Las uñas se vuelven frágiles, aparecen manchas blancas y surcos transversales.

La piel pierde elasticidad, se vuelve seca, escamosa, con arrugas prematuras. El colágeno y la elastina se sintetizan a partir de proteínas y requieren energía. Sin calorías, no hay material para construir.

El ciclo menstrual se alteró

Retrasos, ciclos irregulares, menstruaciones escasas o ausentes. Es una de las señales más graves de subalimentación en mujeres.

El sistema reproductivo es muy energético. La ovulación, la menstruación y mantener el equilibrio hormonal requieren recursos. Cuando el organismo entiende que hay poca energía, desactiva funciones “innecesarias”. La reproducción no es crítica para la supervivencia, por eso se corta primero.

Amenorrea hipotalámica — ausencia de menstruación por baja ingesta calórica, estrés o entrenamiento excesivo. Es un diagnóstico que se da cuando otras causas están descartadas.

El problema no solo es la ausencia de menstruación. La producción de estrógeno disminuye, lo que afecta los huesos (aumenta el riesgo de osteoporosis), el estado de ánimo, la libido, la piel y el cabello.

Qué hacer: si tus menstruaciones han desaparecido o se volvieron irregulares durante una dieta, es motivo de revisar inmediatamente tu alimentación. Necesitas aumentar la ingesta calórica, añadir grasas (necesarias para sintetizar hormonas), reducir la intensidad del entrenamiento. Una consulta con ginecólogo y endocrinólogo es obligatoria.

Los entrenamientos no dan resultados

Vas al gimnasio tres o cuatro veces por semana, pero no hay progreso. No subes el peso, no aparecen músculos y la resistencia cae. Te sientes agotada después de cada entrenamiento, y te toma días recuperarte.

Para crecer músculo y progresar en el entrenamiento se necesita energía. Mucho. Las calorías sirven para recuperar fibras musculares, sintetizar proteínas y reponer glucógeno.

En déficit calórico, el organismo no construye músculo — no le da tiempo. Está en modo supervivencia. Más aún, en subalimentación severa comienza a descomponer músculo para obtener aminoácidos en procesos vitales.

Resultado: entrenas hasta el agotamiento, pero tu cuerpo se vuelve flácido, no tonificado. Incluso puede aumentar el porcentaje de grasa en relación con la masa muscular. Esto se llama “delgado pero flácido” — skinny fat.

Enfoque correcto: para entrenar se necesita un pequeño déficit (10-15%), o una ingesta normal, o incluso exceso calórico (si el objetivo es ganar masa muscular). La proteína debe ser de 1,6-2 gramos por kilogramo de peso. Sin eso, los entrenamientos son inútiles.

Cuánto debes comer realmente

Los mitos sobre 1200 calorías como “norma universal para adelgazar” son falsos. Para la mayoría de mujeres es muy poco. Incluso para quienes quieren perder peso.

El metabolismo basal (lo que el cuerpo gasta en reposo para mantener la vida) de una mujer promedio de 30-40 años es entre 1400 y 1600 calorías. Más actividad cotidiana, trabajo, entrenamiento. Total: 1800-2200 calorías al día.

Para adelgazar cómodamente se necesita un déficit del 15-20%. Es decir, entre 1500 y 1800 calorías. En esta ingesta puedes perder entre 0,5 y 1 kg por semana (dependiendo del peso inicial), sin caer en la trampa metabólica.

El mínimo peligroso es el metabolismo basal. Es decir, esos 1400-1600 calorías. Todo por debajo es riesgo para la salud: desequilibrios hormonales, pérdida de masa muscular y deficiencias de micronutrientes.

Proteína — mínimo 1,2 gramos por kilogramo de peso, mejor entre 1,6-2. Grasas — mínimo 0,8 gramos por kilogramo, idealmente 1. Lo demás son carbohidratos, que dan energía para la vida y el entrenamiento.

Cómo salir de la subalimentación

Si te reconoces en estas señales, no te asustes. Es corregible. Pero hay que actuar con cuidado.

  • No aumentes la ingesta calórica de forma brusca. Saltar de 1200 a 2000 calorías en un solo día causará hinchazón, subida de peso y malestar. El organismo no entiende lo que pasa y empieza a almacenar.
  • Añade 100-150 calorías por semana. Sal de forma gradual a la norma o un pequeño déficit. Sí, al principio puede haber un ligero aumento de peso (agua, glucógeno, contenido intestinal). Esto es normal y temporal.
  • Observa cómo te sientes. ¿Sube la energía? ¿Menos cabello cae? ¿Se restablece el ciclo? ¿Pasa el frío? Estos son signos de que la ingesta calórica es correcta.
  • No temas a los carbohidratos. Son necesarios para energía, estado de ánimo, funcionamiento del cerebro y entrenamientos. Cereales, pan, frutas, patatas — no son enemigos, sino fuentes de combustible.
  • Consulta a un dietista. Un profesional te ayudará a calcular tu norma individual, crear una dieta equilibrada y evitar errores. No dudes en pedir ayuda — la salud es más valiosa que cualquier cosa.

La pérdida de peso no es una carrera por comer menos. Es un proceso de crear un pequeño déficit cómodo que puedes mantener sin sufrimiento ni reventones. El organismo no es un enemigo, no hay que matarlo de hambre. Hay que alimentarlo suficiente para que funcione correctamente y te dé el exceso de grasa. Recuerda: cuanto menos comes, más lento adelgazas. Paradoja, pero es verdad.

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