Una nueva vida para un antiguo caserón en Polonia

Kazimierz Dolny aparece en todos los guías turísticos como un destino que necesariamente debe visitar cualquier turista que viaje por Polonia. Esta antigua ciudad tiene una larga historia. Durante la Edad Media, cuando se transportaban grano y sal en el río Vistula, era un importante puerto fluvial. En el siglo XIX fue un popular resort estival y centro de vida artística. En esa época incluso se comparaba con la región francesa de Provenza.

Actualmente es un museo al aire libre: en Kazimierz Dolny se prohibe cualquier construcción nueva, y cualquier reconstrucción debe ser aprobada por las autoridades municipales. Todo esto se hace para preservar la atmósfera única de la ciudad: gran parte de sus edificios fueron construidos entre los siglos XVI y XVII.

Los turistas vienen a Kazimierz Dolny por su exotismo, mientras que los residentes de Varsovia cercana buscan tranquilidad. Así fue como Hani y Derek, propietarios de la villa Winnica (en polaco significa “Viñedo”), llegaron allí una vez. Buscaban un terreno en un lugar pintoresco para construir un coto rural. No planeaban mudarse de Varsovia a una aldea.

En cuanto vieron esta colina verde, supieron que no necesitaban buscar más: el sueño que los llevó a este lugar se hizo realidad. Un trozo de tierra pintoresca con vista a la llanura y a solo tres kilómetros de la plaza del mercado. Con una antigua casa de madera que inicialmente consideraron como alojamiento temporal.

Al limpiar una de las vigas del techo de la antigua pintura, apareció la inscripción: «1897». Hani y Derek entendieron que ahora no tenían opción: demoler una casa que ya tenía más de cien años era imposible, debían restaurarla. Durante los primeros años pasaban todos los fines de semana y fiestas en Kazimierz Dolny, pero después empezaron a quedarse aquí incluso los días laborales.

Para eso ambos tuvieron que dejar sus trabajos en Varsovia. Derek es diseñador de interiores por profesión, Hani se dedicaba a la animación por computadora. En Kazimierz Dolny se convirtieron en expertos en restauración: amigos que compraron casas en zonas rurales siguiendo su ejemplo acuden a ellos con consejos.

El antiguo hogar de los cónyuges fue transformado en un mini-hotel que recibe a turistas que vienen a Kazimierz Dolny. A pesar de su avanzada edad, la casa vive al ritmo del tiempo: durante el verano casi el 90 por ciento de su energía eléctrica proviene de paneles solares.

En el antiguo granero que Derek compró para aumentar la superficie útil, se realizan sesiones de yoga terapéutico y meditación. En Kazimierz Dolny también aparece cada vez más gente proveniente de Varsovia: como los dueños de la villa Winnica, creen que después de los cincuenta años no hay nada más que hacer en una gran ciudad.