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¿Por qué los niños de la URSS eran más independientes: tres principios de crianza que perdimos
La independencia no surge a los dieciocho años, se educa durante años
Un niño de siete años va solo a la escuela por todo el barrio. Un niño de diez años prepara la cena para sus hermanos menores. Un niño de doce años viaja a la casa de campo con su abuela en tren eléctrico. En la URSS esto era lo normal. Hoy en día es una imagen inconcebible, por la que los padres serían condenados por todos a su alrededor.
Los niños modernos de dieciséis años no saben freír un huevo poché. No pueden registrarse solos con el médico. Temen preguntar la dirección a los transeúntes. Los padres los llevan a la escuela hasta el último día, resuelven todos sus problemas, controlan cada paso. Se llama "hiperprotección". Pero antes era diferente. Analizamos qué principios de crianza hicieron que los niños soviéticos fueran independientes, y por qué nos hemos alejado de ellos.
Lo más importante del artículo:- Los niños soviéticos obtuvieron la independencia y responsabilidad temprano, sin control minucioso;
- Los padres no resolvían todos los problemas por los niños, les enseñaban a resolverlos solos;
- El entorno infantil sin la presencia constante de adultos formaba hábitos de socialización;
- La hiperprotección moderna priva a los niños de la oportunidad de aprender de sus errores;
- La seguridad hoy es mayor que en la URSS, pero hay más miedo debido al entorno informativo;
- El equilibrio entre protección y libertad es clave para educar la independencia.
En la URSS, los padres dejaban a los niños salir a caminar con palabras como "vuelve a casa para el almuerzo" o "regresa cuando oscurezca". Sin llamadas horarias, geolocalización o SMS cada media hora. El niño salía a la calle y era entregado a sí mismo.
Los niños de seis años caminaban en el patio sin supervisión. Los de ocho años iban al supermercado por pan y leche. Los de diez años montaban bicicletas por todo el barrio. Esto no se consideraba irresponsabilidad de los padres, sino una vida normal.
Por qué funcionaba:
Los patios eran más seguros no porque no hubiera crimen (había), sino porque todos cuidaban de los niños. Abuelas en bancos, vecinos mirando desde las ventanas, jardineros, transeúntes. Un niño desconocido podía ser reprendido, llevado a casa o informar a los padres. Funcionaba el principio de responsabilidad colectiva.
Los niños aprendían a evaluar riesgos por sí mismos. Sin los padres cerca, tenías que pensar: ¿debería ir al lugar de construcción, saltar un cerco o pelearme con matones? Hubo errores, moretones y arañazos. Pero eso formaba el hábito de tomar decisiones.
La confianza cultivaba responsabilidad. Cuando te confían algo, no quieres decepcionar. Dijeron que estuvieras en casa para el almuerzo, entonces debes cuidar del tiempo. La responsabilidad surge no de discursos, sino de la práctica.
Lo que perdimos:
Hoy en día, un niño sin padres en la calle es considerado una emergencia. Los transeúntes llaman a la policía. Los vecinos lo condenan. Se puede culpar a los padres por negligencia. El miedo a perder al niño, el temor al juicio y el miedo de que algo malo ocurra paraliza.
Los niños crecen bajo control total. Geolocalización en el teléfono, cámaras en el patio, acompañamiento hasta la escuela y de regreso. El resultado es que no aprenden independencia, porque no tienen oportunidad.
Foto de freepik.com Segundo principio: resuelve tus propios problemas¿Conflicto con un compañero de clase? Resuélvelo tú mismo. ¿Olvidaste el cuaderno? Es tu problema. ¿Sacaste una nota baja? Responde tú mismo ante el maestro. Los padres soviéticos no corrían a la escuela a resolver cada problema.
Esto no significa que los padres fueran indiferentes. Pero la línea era clara: tus asuntos son tu responsabilidad. Los adultos solo se intervenían en casos extremos: peleas graves, amenaza a la salud o injusticia del maestro.
Cómo formaba la independencia:
El niño aprendía a negociar. Si se peleó con un amigo, debía reconciliarse solo. Pedir disculpas, buscar un compromiso, defender su postura. Los padres no eran abogados ni negociadores.
Los errores tenían consecuencias. Olvidaste la ropa deportiva, estabas en clase de educación física. No hiciste la tarea, recibiste una nota baja. No limpiaste tu habitación, vivías en desorden. La causa y el efecto funcionaban directamente, sin un colchón de seguridad.
Aparecía una motivación interna. Cuando los padres no están sobre ti con la tarea, y la calificación es tu problema, o estudias para organizarte o recibes notas bajas. Muchos elegían lo primero.
Lo que cambió:
Los padres modernos resuelven todo por los niños. Olvidaste la ropa deportiva, tu mamá viene corriendo a traerla. Conflicto con un compañero de clase, tu papá va al director. Mala calificación, los padres escriben una carta furiosa al maestro.
Los niños no aprenden a lidiar con dificultades. ¿Para qué, si los padres resuelven todo? Se forma una ayuda aprendida: al encontrarse con un problema, llamas a mamá.
La infantilización dura hasta la edad adulta. Estudiantes, a quienes sus padres resolvieron todos los temas en la escuela, no pueden aprobar el examen por sí solos. Veintitantos años no saben registrarse con un médico sin la ayuda de su mamá.
Tercer principio: entorno infantil sin adultosLos niños soviéticos pasaban mucho tiempo en su entorno: patio, clubes, campamento de pioneros. Los adultos estaban en la periferia. No controlaban cada juego, no se metían en conflictos ni organizaban el tiempo libre minuto a minuto.
En el patio, los niños inventaban juegos por sí solos, formaban reglas, elegían con quién ser amigos. La jerarquía se desarrollaba naturalmente. Líderes, seguidores y marginados — era una laboratorio social infantil.
Qué enseñaba el entorno infantil:
Socialización en condiciones reales. Cómo negociar, defender tu opinión, resolver conflictos y encontrar compromisos. Estas habilidades no se pueden aprender de libros o conferencias, solo en la práctica.
Autoorganización. Nadie establecía el horario de juegos, no nombraba capitanes ni vigilaba la justicia. Los niños decidían por sí solos en qué jugar, cómo dividir roles y quién tenía razón o equivocado.
Habilidad para lidiar con desgracias. Si te ofendieron, aprendes a responder o ignorar. No fuiste elegido para jugar — buscas otra compañía o demuestra que eres digno. Sin adultos que corran a quejarse y castigar a los ofensores.
Realidad moderna:
Los niños casi nunca están sin adultos. En el patio, los padres están en los bancos. En el área de juegos, las mamás controlan cada acción. En actividades deportivas, entrenadores y padres están presentes. En casa, bajo vigilancia.
Los juegos son organizados por adultos. Animadores, centros de desarrollo, clubes con horarios claros. Casi no hay actividad espontánea infantil. Todo está estructurado y controlado.
Los conflictos son resueltos por adultos. Dos niños se pelearon en la arena de juego — las mamás intervienen, arreglan y reconcilian. Los niños no tienen tiempo de resolverlo por sí mismos. No aprenden a negociar.
¿Por qué se produjo el retroceso?El modelo soviético de crianza no era perfecto. Tenía sus problemas: autoritarismo, presión del colectivo, crueldad en el entorno infantil y indiferencia ante la acusación. Pero realmente formaba independencia.
Hoy en día, el péndulo se ha movido hacia otro lado. Las causas:
- Cambió el entorno informativo. Las noticias están llenas de historias sobre secuestros, violencia y tragedias con niños. Aunque las estadísticas muestran que el mundo se ha vuelto más seguro, la percepción es opuesta. El miedo paraliza.
- Menos hijos en las familias. En la URSS había dos o tres niños, ahora a menudo uno solo. Se proyectan todos los miedos y expectativas en el único hijo. Perderlo es inconcebible. De ahí la hiperprotección.
- Cambió el papel del padre. Antes, el padre era un autoridad, educador, a veces distante. Ahora es amigo, socio que se involucra en cada aspecto de la vida del niño. La línea entre el mundo infantil y adulto se ha difuminado.
- Competencia y ansiedad. La sociedad moderna exige éxito. Los padres temen que si sueltan el control, el niño no entre a una buena universidad, no encuentre trabajo o no prospere. De ahí el control académico, clubes y cada minuto.
- Pérdida de apoyo social. En la URSS había patio, vecinos y colectivo. Ahora las familias están aisladas. No hay abuelas en los bancos ni vecinos que cuiden. Los padres están solos con el niño.
El control constante y resolver todos los problemas por el niño parece cuidado. Pero el precio es alto.
- Ansiedad. Los niños que siempre están protegidos crecen ansiosos. Aprenden: el mundo es peligroso, no puedo hacerlo solo, sin mis padres me perderé. Esto es la base para un trastorno de ansiedad en edad adulta.
- Baja autoestima. Cuando los padres resuelven todo por ti, se forma subconscientemente la idea: "No puedo hacerlo solo". De ahí la inseguridad, el miedo a equivocarse y evitar dificultades.
- Falta de habilidades. No saben cocinar, lavar, planear el tiempo o resolver problemas cotidianos. En la universidad o al mudarse de casa, ocurre un colapso.
- Infantilización. Personas adultas de 25-30 años siguen viviendo con sus padres, no pueden tomar decisiones y esperan que alguien las resuelva. Es producto de la hiperprotección.
- Conflicto generacional. Cuando el niño crece y quiere autonomía, los padres no pueden soltarlo. Comienzan conflictos, ofensas y rupturas de relaciones.
Volver a la URSS es imposible e innecesario. Pero algunos principios se deberían reconsiderar.
- Asignar responsabilidad según la edad. Un niño de cinco puede recoger sus juguetes. De siete, hacer la cama. De diez, preparar un desayuno simple. De doce, ir al supermercado. De dieciséis, planificar su tiempo.
- No resolver todos los problemas por el niño. Olvidaste tu cuaderno, que te explique con el maestro. Te peleaste con un amigo, que aprenda a reconciliarse. Sacaste una mala nota, piensa cómo corregirla. El padre es consejero, no salvador.
- Dejarlo en condiciones controladas. Comenzar con lo pequeño: enviarlo al supermercado de la esquina, permitir que camine en el patio media hora, darle una tarea en la ciudad. Aumentar gradualmente los límites.
- Enseñar a lidiar con fracasos. No regañes por errores, no salves de consecuencias. Discute: qué salió mal, qué se puede hacer diferente y qué lección aprender. Los errores son normales.
- Crear un entorno infantil. Clubes, secciones, campamentos donde los niños interactúan sin la presencia constante de padres. Darles oportunidad para jugar con amigos sin control.
- Confiar. Esto es lo más difícil. Soltar el miedo, creer que el niño puede hacerlo. La confianza cultiva la responsabilidad mejor que cualquier discurso.
El mundo moderno es diferente. Dejar a un niño de siete años salir solo por la ciudad es irresponsable. Pero controlar a un adolescente de dieciséis años completamente también no es la solución.
- Se necesita un equilibrio. Considerar la edad, situación y habilidades del niño. No copiar ciegamente el modelo soviético pero tampoco sofocar con hiperprotección. Pregúntate: ¿estoy protegiendo al niño de una amenaza real o de mi miedo? A menudo resulta ser lo segundo.
- Enseña habilidades y luego déjalo ir. Primero ve al supermercado juntos, muéstrale cómo elegir, pagar y revisar el cambio. Luego déjalo solo. Primero acompáñalo hasta la escuela, luego parte del camino y finalmente déjalo solo.
- Habla de riesgos. No asustes, explica. No "ahí es peligroso, no vayas", sino "estas situaciones en las que debes ser cauteloso y cómo actuar".
Los niños de la URSS eran más independientes no porque el tiempo fuera mejor. Sino porque se les dio la oportunidad de serlo. Confian, no resolvían todo por ellos y los dejaban en el entorno infantil. Perdimos estos principios por miedo y control excesivo. Pero se puede encontrar un nuevo equilibrio: proteger, pero no sofocar. Ayudar, pero no hacer por el niño. Confíar, pero enseñar habilidades. La independencia no surge a los dieciocho años. Se educa durante años, con pequeños pasos de libertad y responsabilidad.
Portada de freepik.com
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