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Хамовники: cómo una vecindad noble se convirtió en el distrito más caro de la capital
Historia de la transformación de una slóboda trabajadora en uno de los distritos más prestigiosos de Moscú
Un metro cuadrado de vivienda en Hamovniks hoy cuesta tanto como un coche de clase media. Pero hace solo unas pocas décadas aquí vivían artesanos que tejían lino grueso para necesidades del zar. La historia de cómo una slóboda trabajadora se convirtió en el distrito más prestigioso de Moscú parece un romance emocionante sobre cómo la geografía puede cambiar completamente el destino de un lugar.
- Hamovniks recibió su nombre de los artesanos tejedores que fabricaban lino grueso llamado «хам» para el ejército;
- En los siglos XVIII y XIX, la zona se convirtió en una zona de fincas nobiliarias gracias a su proximidad al Kremlin;
- Aquí vivieron Lev Tolstoy, Ivan Turgenev, comerciantes los Morozov y otras celebridades;
- El poder soviético convirtió los palacios en viviendas colectivas, pero el prestigio del barrio se mantuvo;
- Hoy en día Hamovniks es uno de los barrios más caros no solo de Moscú, sino también de toda Rusia.
Del lienzo militar a los nidos nobiliarios
En el siglo XVI, el zar Vasili III decidió que el ejército necesitaba tela de calidad. Por ello, estableció en la orilla izquierda del río Moskva a artesanos tejedores que fabricaban una tela gruesa pero resistente llamada «хам». De ahí surge el nombre: Hamovniks, que significa «tejedores de хам».
La slóboda artesanal prosperó durante casi dos siglos. Los Hamovniks tejían no solo para el ejército, sino también para la corte imperial. Sus productos eran valorados por su utilidad: el material era tan resistente que se usaba para fabricar velas para la flota y arreos para caballos.
Pero hacia finales del siglo XVII, la actividad de tejido en la slóboda comenzó a declinar. Pedro I trasladó muchas fábricas a San Petersburgo, y los artesanos moscovitas se volvieron pobres poco a poco. Las tierras quedaron desocupadas, los precios cayeron — y entonces llegaron los primeros compradores de la nobleza.
Foto del sitio: humus.livejournal.comTolstoi, Turgenev y otros vecinos
Para el comienzo del siglo XIX, Hamovniks se convirtió en un lugar favorito de la aristocracia moscovita. La razón era simple: el barrio estaba lo suficientemente cerca del Kremlin para llegar rápidamente al palacio, pero aún así era tranquilo y verde.
El habitante más famoso de Hamovniks, por supuesto, es Lev Tolstoy. En 1882, el escritor compró un piso de madera en el callejón Dolgokhamovnichesky (ahora la calle Leo Tolstoy). Allí vivió durante 19 años y escribió «Resurrección», «Sonata de Kreutzer» y muchos cuentos. Tolstoy tanto amaba su casa que incluso en invierno caminaba por el jardín con solo una camisa — sus vecinos lo consideraban un loco.
Cerca, en Ostozhenka, vivía Ivan Turgenev. Aunque su casa no sobrevivió hasta nuestros días, los contemporáneos recordaban que el escritor organizaba en su piso veladas literarias, a las que acudía toda la intelectualidad moscovita.
Otro vecino colorido fue el empresario Savva Morozov. Su piso en Spiridonovka (formalmente ya no es Hamovniks, pero está cerca) fue construido según el proyecto de Fedor Shekhtel y se consideraba uno de los más hermosos de Moscú. Morozov financió el MHT y fue mecenas, pero su amor por los revolucionarios terminó con su misteriosa muerte en Niza.
Foto del sitio: tolstoymuseum.ruEstilo aristocrático a la manera moscovita
La vida en los palacios nobiliarios de Hamovniks fluía con calma y lujo. A diferencia de la aristocracia de San Petersburgo, los nobles moscovitas preferían el confort doméstico al estilo europeo.
Un día típico de la dueña de un piso comenzaba con una inspección del hogar. Incluso en las casas más ricas se tenían gallinas, y a veces incluso vacas — esto no se consideraba pobreza, sino utilidad. Tras el desayuno, visitas a los vecinos, obligatorias para mantener las conexiones sociales.
Las salas de recepción domésticas tenían un papel especial. Los jueves en casa de los Tolstoy se reunían artistas y músicos. Sofía Andreevna tocaba bastante bien el piano, y Lev Nikolayevich amaba acompañar en la guitarra, aunque según los recuerdos de los invitados, lo hacía con gran entusiasmo y menos maestría.
En las noches de invierno en los palacios se organizaban espectáculos domésticos. Los papeles se repartían entre miembros de la familia y amigos cercanos. Las decoraciones las hacían ellos mismos, los trajes los cosían las costureras domésticas. Estas representaciones casuales a veces eran tan exitosas que eran discutidas por toda Moscú.
El oro de los comerciantes y dinastías industriales
Para finales del siglo XIX, en Hamovniks se asentaron no solo nobles, sino también comerciantes que se habían enriquecido. Los Morozov, los Mamontov, los Shchukin — estos nombres resonaban por toda Rusia.
El piso de los Morozov en el callejón Podsolozhnikova sigue sorprendiendo por su magnitud. El edificio fue construido en estilo moderno moscovita, con torres, ángulos y azulejos coloridos. Dentro había una sala de billar, un teatro doméstico y un jardín invernal con plantas exóticas.
La familia Shchukin se hizo famosa no solo por su negocio textil, sino también por coleccionar arte. Sergei Shchukin reunió una de las mejores colecciones del mundo sobre impresionistas franceses. En su piso en la Gran Znamenskaya (otra vez, cerca de Hamovniks) colgaban cuadros de Picasso, Matisse, Renoir. Tras la revolución, la colección fue nacionalizada y llegó al Hermitage y al Museo Pushkin.
Los comerciantes no solo gastaban dinero en lujo, sino que también se dedicaban activamente a la caridad. Los Morozov financiaban hospitales y escuelas, los Mamontov apoyaban a artistas, los Shchukin mantenían hogares para huérfanos.
Las tormentas revolucionarias y la realidad soviética
El año 1917 cambió radicalmente la vida en Hamovniks. Los palacios nobiliarios fueron nacionalizados. La mayoría se convirtió en viviendas colectivas, donde en antiguas salas de baile vivían varias familias.
La casa de Tolstoy tuvo suerte — fue inmediatamente convertida en museo. Pero el piso de los Morozov se dividió en 40 habitaciones para familias trabajadoras. En la biblioteca anterior se instaló un jardín de infancia, en el jardín invernal una taller de fontaneros.
Pero incluso en la época soviética, Hamovniks conservó su estatus especial. Aquí se estableció la nomenklatura partidaria, escritores y artistas famosos. En los años 1920 vivieron Vladimir Mayakovsky, Sergei Yesenin, más tarde Konstantin Simonov, Ilya Ehrenburg.
Se creó incluso un chiste: “En Hamovniks viven dos tipos de personas: las que recibieron una vivienda por sus servicios al pueblo, y las que aún no han perdido esos servicios”. El prestigio del barrio resultó ser más fuerte que cualquier perturbación política.
La élite moderna y los precios cósmicos
Los Hamovniks actuales son una zona donde el metro cuadrado de vivienda cuesta entre 800 mil y un millón y medio de rublos. Para comparar: con ese dinero puedes comprar un apartamento de tres habitaciones en el centro de una región.
¿Qué hace que el barrio sea tan caro? Primero, su ubicación. Desde allí se puede caminar al Kremlin, a la Plaza Roja, a los principales teatros y museos. Segundo, la infraestructura: escuelas, clínicas y restaurantes de primer nivel cerca. Tercero, la aura histórica que se ha acumulado durante siglos.
Los residentes actuales de Hamovniks son altos directivos de grandes empresas, empresarios exitosos y estrellas del mundo del espectáculo. Muchos compran aquí apartamentos no para vivir, sino como inversión: los precios en la zona crecen más rápido que la inflación.
Claro, no todo es serio. En 2019, en redes sociales se discutía una historia sobre cómo un nuevo residente de un edificio de élite intentó instalar cámaras de vigilancia en el vestíbulo, pero los vecinos se opusieron — resultó que entre ellos había varias personas que preferían mantener su anonimato.
Foto del sitio: mayak.travelHamovniks ha recorrido el camino de una slóboda artesanal hasta convertirse en el distrito más caro de la capital en cuatro siglos. Aquí se entrelazaron épocas y destinos, ambiciones y tragedias. Y hoy, caminando por sus calles silenciosas con sus palacios y palafoxos, aún se puede sentir el aliento de la historia — solo que ahora cuesta muy, muy caro.
Portada del sitio: humus.livejournal.com
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