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El paraíso abandonado: lo que esconde la isla de Hahshima, dejada hace 50 años
Ciudad fantasma oscura, atrayendo a turistas
En el Mar del Este de China, a solo 15 kilómetros del pueblo japonés de Nagasaki, se alza un silueta inusual que recuerda a un barco de guerra. No es un crucero ni un destructor, aunque los locales lo llaman precisamente así: Gunkanjima, que significa "isla crucero". Ante nosotros está Hahshima, una pequeña porción de tierra que en medio siglo se transformó desde un centro industrial próspero hasta una ciudad fantasma oscura, atrayendo a turistas, cineastas y amantes de lugares misteriosos de todo el mundo.
De una escasa roca a un milagro industrial
Hasta el comienzo del XIX, Hahshima era solo una pequeña roca en el mar donde anidaban aves y ocasionalmente se detenían pescadores. Todo cambió en 1810 cuando se descubrieron yacimientos de carbón. Desde ese momento comienza la historia de la transformación de un pedazo inerte de roca en uno de los lugares más poblados del planeta.
El verdadero desarrollo del isla comenzó en 1890 cuando fue comprada por la compañía Mitsubishi. La corporación inició un programa de desarrollo a gran escala: se construyeron minas que se extendían hasta 600 metros bajo el nivel del mar, viviendas, escuelas, hospitales y tiendas. La superficie de la isla fue artificialmente aumentada con estructuras de concreto para protegerse del mar agitado.
Para la década de 1930, Hahshima se convirtió en un centro industrial importante de Japón. La escasa isla de 480 por 160 metros se convirtió en un minúsculo megapólis con edificios altos de concreto armado, algo innovador para la arquitectura japonesa de la época.
Foto: pinterest.comLa era dorada: vida entre selvas de piedra
El pico del auge de Hahshima fue durante las décadas de 1950. En ese periodo, la economía japonesa experimentó un crecimiento explosivo y el carbón era esencial para reconstruir el país tras la Segunda Guerra Mundial.
En 1959, la población de la isla alcanzó su máximo: 5259 personas en un área de solo 6.3 hectáreas. Esto convirtió a Hahshima en el lugar más poblado del planeta con una densidad asombrosa de 1391 personas por hectárea. Para comparación, el actual Tokyo tiene una densidad de población varias veces menor.
A pesar del espacio limitado, la vida en Hahshima estaba bien organizada. En la isla funcionaban:
- Una escuela;
- Un hospital;
- 25 tiendas;
- Varios restaurantes;
- Un cine;
- Piscinas;
- Un templo;
- Salones de belleza.
Los habitantes tenían todo lo necesario para la vida cotidiana, aunque estaban completamente dependientes de los suministros del continente. No había fuentes de agua dulce ni tierras agrícolas. Hasta los años 1960 no crecieron árboles en la isla, hasta que en 1963 se trajo tierra desde la isla de Kyushu para crear pequeños jardines en los techos de los edificios.
La vida de los mineros y sus familias se desarrollaba en condiciones extremadamente compactas. Los apartamentos eran diminutos y el espacio personal era un lujo. Sin embargo, la comunidad estaba unida y la infraestructura era sorprendentemente desarrollada para la época.
Foto: pinterest.comLa cara oscura del esplendor
Detrás de la aparente prosperidad de Hahshima se escondía una oscura página de historia. Durante el periodo entre 1943 y 1945, la compañía Mitsubishi utilizó trabajo forzado de coreanos y chinos en sus minas. En condiciones inhumanas, con la constante amenaza de colapsos de túneles y inundaciones, los trabajadores prisioneros extraían carbón para la industria militar japonesa.
Muchos murieron por el trabajo extenuante, enfermedades y desnutrición. Algunos, llevados al desespero, se arrojaban al mar intentando llegar al continente. Estos eventos fueron causa de largos conflictos diplomáticos entre Japón y Corea del Sur, cuando la isla Hahshima fue presentada para ser incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
El ocaso de la era del carbón y el final
A principios de los años 1960, parecía que el futuro de Hahshima sería sin nubes. Pero la historia lo dispuso de otra manera.
El final de la década fue marcado por el cambio global de la energía mundial del carbón a la petróleo, que se volvió significativamente más barato gracias al desarrollo de la extracción petrolera en el Golfo Pérsico. La extracción del carbón se volvió menos rentable, especialmente en las condiciones difíciles de las minas subacuáticas de Hahshima.
Los habitantes comenzaron poco a poco a abandonar la isla en busca de nuevo trabajo. En enero de 1974, la compañía Mitsubishi anunció el cierre de las minas. En pocas semanas, la antigua ciudad miniatura prospera quedó completamente desierta. El último habitante abandonó Hahshima el 20 de abril de 1974.
El fin ocurrió tan rápidamente que la gente dejaba sus pertenencias personales, muebles, televisores—todo lo que era difícil transportar. Como si la vida en la isla se hubiera congelado de inmediato, convirtiéndola en las Pompeyas modernas.
Preso del tiempo y la naturaleza
Después de que Hahshima quedó deshabitado, el gobierno japonés prohibió visitar la isla. Los infractores enfrentaban la deportación del país. Oficialmente se hizo esto para protegerse de los "copatadores negros"—coleccionistas que cazaban objetos domésticos del antiguo ciudad abandonada.
Durante casi 30 años, la isla fue dejada a su suerte. Sin personas y sin mantenimiento regular, las estructuras de concreto comenzaron a desmoronarse bajo el impacto de los vientos marinos, el agua salada y los frecuentes tifones. La naturaleza poco a poco volvía a recuperar su territorio—en las grietas de los edificios comenzaron a brotar plantas, las estructuras metálicas se oxidaban y las ventanas perdían sus cristales.
De vez en cuando, aún los valientes se aventuraban al isla—periodistas, fotógrafos, investigadores y simplemente curiosos. Sus fotografías de la ciudad fantasma absorbida por la naturaleza provocaron gran interés entre el público. Hahshima poco a poco adquirió el estatus de lugar icónico entre los urbanistas y amantes de los lugares abandonados.
Foto: fotostrana.ruNueva vida para la ciudad fantasma
El interés por el misterioso isla alcanzó su pico a principios de los años 2000. En 2008, se presentó una propuesta para incluir Hahshima en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como monumento a la era industrial de Japón.
Esta propuesta generó una reacción dividida, especialmente por parte de Corea del Sur, que recordó las dificultades experimentadas por los trabajadores coreanos durante la guerra. Sin embargo, en 2015 Hahshima fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como parte del objeto “Objetos de la Revolución Industrial en la Era Meiji en Japón”, lo que aumentó aún más su fama.
En 2009, las autoridades locales de Nagasaki abrieron parcialmente la isla a los turistas. Hoy en día, cada día llegan embarcaciones turísticas que permiten a los visitantes ver el misterioso isla fantasma cerca.
Por otro lado, debido al estado de emergencia de la mayoría de las edificaciones, el acceso está restringido solo a una parte especialmente equipada para la seguridad en la isla—aproximadamente 1/3 del área total. La parte restante de Hahshima sigue cerrada para visitas por razones de seguridad.
El interés por la isla también fue estimulado por el cine. Hahshima se convirtió en el lugar de filmación de la película documental “La vida después de las personas” y también sirvió como prototipo para la isla de la guarida del villano Raúl Silva en la película sobre James Bond “007: Coordenadas Skyfall”. Los paisajes amenazadores de la ciudad abandonada se ajustaron perfectamente al ambiente del thriller.
Fantasmas del pasado y el futuro de la isla
Hay planes para convertir la isla en un museo de cultura y vida cotidiana de los mineros, pero eso requiere inversiones significativas. La mayoría de los edificios están en condiciones críticas y necesitan conservación urgente para preservarlos para las generaciones futuras.
Mientras esto no suceda, Hahshima continúa desmoronándose. Los tifunes, los terremotos y la erosión eliminan sin piedad las huellas del ser humano en la isla. Según las estimaciones de expertos, sin trabajos de restauración serios, en varias décadas gran parte de las construcciones puede colapsar completamente.
De todos modos, incluso en su estado actual, Hahshima sigue siendo un monumento único a la historia industrial y un símbolo de la capacidad humana para adaptarse a las condiciones más extremas. También es un recordatorio de la fragilidad de nuestra civilización frente a los cambios económicos y las fuerzas naturales.
La historia de Hahshima nos invita a reflexionar sobre lo que podría pasar con las ciudades modernas si la gente de repente las abandona. Tal vez sea precisamente por eso que este pequeño isla sigue atrayendo atención de personas de todo el mundo—permite mirar hacia un posible futuro en el que la humanidad desaparece y la naturaleza recupera sus dominios.
Al mismo tiempo, para Japón, Hahshima no es solo un objeto turístico sino también una parte importante de su herencia industrial, una prueba del difícil camino que el país atravesó hacia su prosperidad económica. La isla recuerda también las páginas oscuras de la historia que no se pueden olvidar para evitar repetir los errores del pasado.
De cualquier manera, el isla abandonada Hahshima continúa guardando sus secretos e historias, atrayendo a todos los que desean mirar hacia un tiempo congelado y representarse cómo alguna vez la vida bullía en estas ruinas.
Portada: pinterest.com
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