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Cómo la humanidad venció la oscuridad: del fuego hasta la bombilla inteligente
Del encendedor al LED: un camino de miles de años
Hicimos clic en el interruptor y la habitación se llenó de luz. Tan habitual que olvidamos: hace 150 años, con la llegada de la oscuridad, la vida se detenía. La gente se acostaba con el sol y se levantaba al amanecer. ¿Cómo la humanidad venció la oscuridad y qué cambio trajo esta victoria en nuestra vida?
Lo principal de la artículo:
- Hasta el siglo XIX, la iluminación artificial era un lujo caro: las velas costaban tanto como la carne;
- Las lámparas de kerosén fueron la primera fuente masiva de luz, pero eran extremadamente peligrosas para incendios;
- La iluminación eléctrica apareció en 1879 y en 50 años cambió el ritmo de vida de la humanidad;
- La iluminación con gas fue una etapa transicional entre las velas y la electricidad;
- Las lámparas LED modernas consumen 10 veces menos energía que las de filamento.
Cuando la noche era realmente oscura
Imagínate: afuera se oscurecen las sombras y tú no tienes ni un interruptor ni siquiera fósforos. Conseguir fuego era un arte, mantenerlo una necesidad vital. Así vivieron nuestros antepasados durante miles de años.
La fuente más antigua de luz artificial fue el fuego. Pero en la casa no se podía encender un fuego, por eso aparecieron las mechas — finas astillas de madera resinoso. La mecha de abedul ardía brillantemente, pero rápidamente — durante la noche podía consumirse toda una pila. La de pino producía mucho humo, pero ardía más tiempo.
Las mechas se colocaban en soportes especiales — dispositivos metálicos con pinzas. Siempre se ponía un recipiente con agua debajo para seguridad contra incendios. Las brasas chispeaban en el agua y el humo se iba al techo, cubriendo las vigas con una capa negra de hollín.
En los hogares ricos se usaban lámparas de aceite — platos de barro con wick. El aceite era un placer caro: aceite de oliva, de linaza o incluso grasa de ballena. La lámpara daba una luz tenue y titilante, pero podía arder horas.
Hecho curioso: la expresión “trabajar desde el amanecer hasta el amanecer” surgió precisamente entonces. La iluminación artificial era tan cara que la gente literalmente vivía al ritmo del sol. Con el atardecer, la vida se detenía; con el amanecer, se reactivaba.
Foto del sitio: kleschyova.blogspot.comLa era de las velas: cuando la luz costaba tanto como carne
Las velas aparecieron en el Imperio Romano, pero se volvieron comunes solo en la Edad Media. Se hicieron con cera o grasa — y ambas eran caras. Las velas de cera ardían brillantemente y casi sin olor, pero costaban muy caro. Las de grasa eran más baratas, pero humeaban y olían.
En el siglo XIV, una libra de velas de cera en Inglaterra costaba tanto como una libra de carne. Imagina: iluminación para una sola noche salía a un costo que equivaldría al almuerzo de toda la familia. No era sorprendente que las velas se quemaran solo en ocasiones especiales.
La mayoría de la gente usaba velas caseras hechas con grasa de ternera o cordero. Se hacían sumergiendo el wick en la grasa derretida. El proceso era laborioso — para hacer una vela se necesitaban 15-20 sumergimientos.
En el siglo XVIII aparecieron velas de espermatozoide — sustancia similar a la cera de la cabeza del cachalote. Ardían más brillantes y duraderas que las de cera, pero eran aún más caras. La industria de la ballena prosperó en gran parte por la demanda de velas de espermatozoide.
Detalles interesantes: la calidad de las velas determinaba el estatus social. Los ricos podían permitirse velas brillantes de cera en candelabros. La clase media se conformaba con velas de grasa. Los pobres ahorraban cada gota de cera y apagaban las velas con la menor oportunidad.
La revolución del kerosén: luz para todos
En 1853, el químico polaco Ignaty Lukaševič inventó la lámpara de kerosén. Esto fue una verdadera revolución en iluminación. El kerosén ardía más brillante que las velas, no humeaba y era relativamente barato.
Las lámparas de kerosén se apoderaron rápidamente del mundo. Para 1860, estaban en cada casa — desde la cabaña rural hasta el apartamento urbano. ¡Finalmente apareció una fuente accesible de luz brillante!
La construcción de la lámpara de kerosén era genialmente simple: un depósito con kerosén, una mecha y un vidrio de cristal para proteger la llama. El vidrio no solo protegía del viento, sino que también generaba un flujo de aire que hacía que el kerosén ardiera más brillante.
Aparecieron diferentes tipos de lámparas: de escritorio, de pared, de techo. Las casas ricas decoraban con lámparas elegantes con abajos de colores. En las habitaciones estudiantiles se colocaban simples lámparas de siete líneas — mechas con ancho de siete líneas.
Pero la iluminación con kerosén tenía serias desventajas. Las lámparas a menudo explotaban, causando incendios. El kerosén necesitaba ser rellenado regularmente, las mechas cortadas y los vidrios limpiados. Y el olor... El olor característico del kerosén impregnaba todo a su alrededor.
Hecho curioso: fueron las lámparas de kerosén las que crearon la expresión “quemar media noche”. Por fin se podía trabajar o leer sin arruinar el bolsillo hasta altas horas de la noche.
Foto del sitio: tiv1.amFocos de gas: luz urbana
Paralelamente al kerosén se desarrolló la iluminación con gas. En 1792, el escocés William Murdoch iluminó su casa con gas en Cornwall. En 1813, Londres se convirtió en la primera ciudad con iluminación pública con gas.
El gas se obtuvo del carbón en plantas especiales y luego se transportó por tuberías hasta los faroles. Los focos de gas ardían más brillantes que las lámparas de kerosén y no requerían mantenimiento constante. Por supuesto, se necesitaba encenderlos cada noche y apagarlos por la mañana.
La profesión de encendedor se convirtió en una de las más románticas en la ciudad. Con el atardecer, los encendedores recorrían las calles con bastones largos, encendiendo los faroles de gas. En Londres neblinoso, eran héroes reales — sin su trabajo, la ciudad se sumergía en una oscuridad profunda.
En los hogares ricos se conectaba el gas a las habitaciones. Los faroles de gas daban una buena luz, pero eran peligrosos — la fuga de gas podía provocar explosión o envenenamiento. Además, las llamas de gas consumían oxígeno y liberaban dióxido de carbono.
En Rusia, la iluminación con gas apareció en 1835 en San Petersburgo. Para 1876, los faroles de gas iluminaban las calles centrales de Moscú y San Petersburgo. Pero aún faltaba mucho para la electricidad.
Foto del sitio: tvc.ruEl milagro eléctrico: nacimiento de una nueva era
El 21 de octubre de 1879, el inventor estadounidense Thomas Edison probó con éxito la bombilla de filamento que ardió por 13,5 horas. Fue un punto de inflexión en la historia de la iluminación.
Las primeras bombillas de filamento eran imperfectas: duraban solo 40-50 horas, daban una luz amarillenta y costaban muy caro. Pero ya dentro de diez años, la situación cambió radicalmente. Las bombillas duraban cientos de horas y las estaciones eléctricas aparecieron en ciudades grandes.
En 1882, Edison construyó la primera estación eléctrica del mundo en Nueva York. Servía solo un barrio, pero fue el comienzo de la era eléctrica. Los ricos competían por pedir iluminación eléctrica — esto era no solo conveniente, sino también prestigioso.
La electricidad vencía el gas y el kerosén en todos los aspectos: seguridad, comodidad, limpieza. No necesitabas rellenar combustible, limpiar vidrios ni temer explosiones. Hiciste clic en el interruptor y la luz se encendió.
En Rusia, la primera estación eléctrica apareció en 1886 en San Petersburgo. Iluminaba la Nevsky Prospekt y varias calles cercanas. Moscú recibió electricidad en 1888. Pero la iluminación eléctrica masiva solo llegó después de la revolución.
Hecho interesante: al principio, muchos temían la electricidad. Se decía que la luz eléctrica dañaba los ojos y los cables emitían “corrientes dañinas”. Algunos preferían las lámparas de kerosén tradicionales a la nueva electricidad moderna.
Foto del sitio: adme.mediaLa electricidad soviética: luz en cada granja
El plan GOELRO, aprobado en 1920, estableció una ambiciosa meta: electrificar toda la nación en 15 años. “El comunismo es el poder del gobierno soviético más la electrificación de todo el país”, proclamó Lenin.
Para 1935, en la URSS se construyeron varias decenas de centrales eléctricas. La electricidad llegó no solo a las ciudades, sino también a los pueblos. La bombilla de Ilich se convirtió en un símbolo de la nueva vida — una simple esfera de vidrio cambió el estilo de vida de millones de personas.
En los pueblos, la electrificación ocurrió gradualmente. Primero, la electricidad solo se proporcionaba a los clubes y administraciones de colectivos. Luego — a las casas de los líderes de producción. Solo para 1960, la electricidad se volvió accesible para cada familia.
La aparición de la electricidad cambió radicalmente el estilo de vida rural. Ahora se podía trabajar en el tiempo oscuro del año, leer por las tardes y escuchar la radio. Los niños podían hacer tareas con luz brillante. Las mujeres se libraron de las lámparas de kerosén humeantes.
En las ciudades, la electrificación avanzó más rápido. Para 1940, la mayoría de los apartamentos urbanos estaban electrificados. Por supuesto, las bombillas a menudo eran de baja potencia — 25-40 vatios se consideraban normales. Pero incluso esa luz parecía un milagro para las personas que recordaban las lámparas de kerosén.
La era fluorescente: luz fría de oficinas
En 1938, se inventó la lámpara fluorescente. Proporcionaba varias veces más luz con el mismo consumo de energía. Fue una nueva revolución en iluminación.
Las lámparas fluorescentes se apoderaron rápidamente de oficinas, hospitales y escuelas. Su luz blanca fría era ideal para espacios de trabajo. Para 1960, la luz “diurna” de las lámparas fluorescentes se convirtió en símbolo de modernidad.
En la URSS, las lámparas fluorescentes comenzaron a producirse masivamente en los años 1950. Se iluminaban los talleres industriales, institutos y tiendas. En las casas no se adaptaron bien — demasiado parecidas, además de que no se encendían inmediatamente.
Aparecieron diferentes tipos de lámparas fluorescentes: tubos rectos, anulares y compactas. Cada tipo tenía un propósito específico. Los tubos largos — para oficinas, los anulares — para lámparas de escritorio, las compactas — para uso doméstico.
Pero las lámparas fluorescentes tenían desventajas: parpadeaban a una frecuencia de 100 hertzios, lo que cansaba los ojos. Contenían mercurio, lo que las hacía peligrosas si se rompían. Y se encendían lentamente — especialmente en el frío.
La elegancia halogénica: luz brillante de los años 80
En los años 80, las lámparas halogénicas entraron en moda. Proporcionaban una luz muy brillante y blanca, y eran compactas. Las lámparas halogénicas eran ideales para iluminación puntual — vitrinas, cuadros, lugares de trabajo.
En las casas, las lámparas halogénicas se usaban para crear interiores modernos. Puntos de luz integrados en el techo, lámparas de escritorio elegantes y iluminación de muebles — las lámparas halogénicas abrieron nuevas oportunidades en el diseño de iluminación.
Pero las lámparas halogénicas se calentaban mucho y consumían mucha energía. Además, eran sensibles a las fluctuaciones de voltaje y se quemaban con frecuencia. Cambiar una bombilla halogénica era un ritual completo — no se podía tocar el bulbo de vidrio con las manos desnudas.
En teatros y estudios, las lámparas halogénicas se convirtieron en la herramienta principal de los técnicos de iluminación. Proporcionaban un rayo directo, eran fáciles de regular y creaban la atmósfera necesaria. Muchos profesionales aún prefieren las lámparas halogénicas a los modernos LED.
La revolución LED: luz del futuro
En 2014, los inventores del LED azul recibieron el Premio Nobel de Física. Justo el LED azul permitió crear luz blanca y abrió la era de la iluminación LED.
Los LED superan todas las fuentes de luz anteriores en todos los aspectos: consumen 10 veces menos energía, duran 25 veces más, no se calientan y se encienden instantáneamente. Además, las lámparas LED pueden hacerse de cualquier color y brillo.
Los LEDs inteligentes, controlados mediante teléfono inteligente, permiten crear escenas de luz. Por la mañana — una luz fría estimulante, por la noche — cálida y relajante. Puedes configurar encendido y apagado automático, sincronización con música, imitación del amanecer.
En las ciudades, la iluminación LED ayuda a ahorrar electricidad. Reemplazar los faroles urbanos normales con LED permite reducir el consumo por varios factores. Además, los LED no atraen insectos — esto es importante para la ecología.
En las casas, los LED abren nuevas oportunidades: iluminación de escaleras, muebles, espejos. Las cintas RGB de LED transforman una habitación común en una nave espacial. Y las lámparas LED de filamento se ven como antiguas lámparas de Edison, pero consumen 10 veces menos energía.
Cómo la iluminación cambió el mundo
La victoria sobre la oscuridad fue uno de los principales logros de la civilización. La iluminación artificial cambió no solo el estilo de vida, sino también la esencia misma de la vida humana.
- Antes de la electricidad, las personas vivían al ritmo del sol. El día laboral comenzaba con el amanecer y terminaba con el atardecer. En invierno trabajaban menos, en verano más. La luz eléctrica hizo que el día laboral fuera constante e independiente del tiempo del año.
- La vida nocturna de las ciudades solo se volvió posible gracias a la iluminación. Teatros, restaurantes, clubes — toda la industria de entretenimiento se construyó sobre luz artificial. Turnos nocturnos en fábricas, tiendas 24 horas, guardias en hospitales — la civilización moderna no duerme.
- La educación también cambió. Ahora se puede estudiar y trabajar en cualquier momento del día. Tareas caseras, lectura de libros, preparación para exámenes — todo esto se volvió posible gracias a la brillante luz eléctrica.
- Incluso nuestra percepción del tiempo cambió. Antes, la noche era un tiempo de descanso y sueño. Ahora muchas personas son más activas por la noche. “Búhos” y “saltamontes” — también son consecuencias de la iluminación.
La cara oscura de la luz
Pero la victoria sobre la oscuridad tiene una cara opuesta.
- La contaminación lumínica se convirtió en un problema serio de grandes ciudades. La luz brillante de las calles y edificios eclipsa las estrellas — los habitantes de las megaciudades solo ven las estrellas más brillantes.
- La iluminación constante interrumpe los ritmos biológicos humanos. La melatonina — la hormona del sueño — solo se produce en la oscuridad. La luz brillante por la noche dificulta dormir, y la falta de sueño causa problemas de salud.
- Los ecologistas alertan: la iluminación artificial desorienta a las aves migratorias, interrumpe los ciclos de reproducción de animales y afecta a las plantas. Muchas especies de insectos vuelan hacia la luz y mueren cerca de los faroles.
- El consumo energético para iluminación representa aproximadamente el 15% de toda la producción eléctrica en el mundo. Son enormes gastos de recursos y emisiones de dióxido de carbono. El paso a LED ayuda, pero el problema sigue siendo serio.
Del encendedor al LED: un camino de miles de años. Pero los cambios más importantes ocurrieron en los últimos 150 años. La iluminación eléctrica cambió el mundo más que muchas otras invenciones.
Hoy en día, aceptamos la luz como algo natural. Hacemos clic en el interruptor sin pensar en cuánto camino ha recorrido la humanidad desde el fuego hasta la lámpara LED. Pero a veces, apagar la luz y sentarse en la oscuridad permite sentir cómo vivieron nuestros antepasados y apreciar el milagro que llamamos simplemente “iluminación”.
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