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Escenas de cocina en el cine soviético: qué nos contaban sobre la vida real

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Al observar las cocinas de esa época, se puede distinguir una era completa y el estilo de vida doméstico

«¡Ludk a Ludk!» y ya toda la nación sabe cómo se ve una cocina rural auténtica. «¡Alejense de la cocina, aquí trabaja un cocinero!» y vemos la cafetería de una fábrica desde los ojos del personaje principal. La cocina en el cine soviético no era solo un lugar de acción, sino también un indicador social, un espejo de la época y una característica del personaje.

Desde la cocina lujosa del profesor Tikhomirov hasta la humilde cocina de los Kuziyakins, cada estufa contaba al espectador una historia completa. Sobre la riqueza y pobreza, sobre la felicidad familiar y el aislamiento, sobre cómo vivía un «simple ciudadano soviético».

Lo principal del artículo:

  • La cocina era el espacio familiar principal, donde se desarrollaban las conversaciones más importantes y los arreglos;
  • El refrigerador «Saratov» o «ZIL» decía al instante el estatus de la familia, era un sueño para millones;
  • Las cocinas rurales con horno ruso eran contrapuestas a las urbanas con placas de gas, símbolo del progreso;
  • Las escenas más dramáticas sucedían precisamente en la cocina, desde discusiones familiares hasta explicaciones de amor;
  • La vajilla de cocina funcionaba como un accesorio: ollas enlacadas = simplicidad, cristal = riqueza.

«¡Ludk a Ludk!»: la cocina como el corazón de la casa

En «Amor y palomas», las escenas más conmovedoras ocurren precisamente en la cocina. Allí Nadya prepara para su familia, allí tiene lugar la famosa reunión entre dos rivales: Raissa Zakharovna y la dueña del hogar. «Ludmila Gurchenko, sentada en el refrigerador» se convirtió en un meme mucho antes de la aparición de internet.

La cocina rural de los Kuziyakins es una enciclopedia del estilo de vida soviético de los años 80. Una simple estufa de gas, ollas enlacadas, un mantel de tela con flores. Sin excesos, pero funcional y acogedora. En la mesa está el samovar, un signo de que la familia mantiene las tradiciones.

Es interesante que los interiores «dentro de la casa» se filmaran en el estudio, pero el director Vladimir Menshov logró una auténtica veracidad. Cada detalle, desde la ubicación de las ollas hasta el color de los muebles, se ajustó minuciosamente.

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«¡Alejense de la cocina!»: las cafeterías como espejo de la sociedad

En «Chicas» la famosa escena en la cafetería se convirtió en la tarjeta de presentación del filme. «¡Alejense de la cocina, aquí trabaja un cocinero!» y vemos una gran cafetería industrial con largas mesas y utensilios simples.

La alimentación pública en el cine soviético siempre se contraponía a la cocina doméstica. La cafetería era trabajo, formalidad y colectividad. La cocina en casa era familia, calidez y sinceridad. Los directores sabían usar este contraste con habilidad.

En «El Afono», el protagonista Leonid Kuralëv constantemente meriendaba en bares y cafeterías — un signo de que no tenía una casa real. En cambio, los personajes familiares siempre se mostraban alrededor de la mesa del hogar.

Foto: pinterest.com

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Refrigerador como símbolo de prosperidad

En el cine soviético, el refrigerador no era solo una máquina doméstica, sino un elemento de estatus. «Saratov», «ZIL», «Biryusa» — por la marca de refrigerador, el espectador entendía inmediatamente la posición económica de la familia.

En «La ironía del destino», los personajes tienen refrigeradores iguales, lo que subraya la idea del filme sobre uniformidad de estilo de vida soviético. En «Moscu no cree en las lágrimas», el refrigerador del profesor Tikhomirov es importado, un signo de estatus social especial.

¿Recuerdas la famosa escena de «Amor y palomas», donde Raissa Zakharovna se sienta en el refrigerador? No fue casualidad — literalmente «tomó» al símbolo principal del bienestar familiar.

Foto: pinterest.com

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Gas contra leña: el progreso en una sola estufa

La contraposición entre la hornilla rusa y la placa de gas urbana era un recurso clásico del cine soviético. La hornilla representa tradiciones, conexión con la tierra y el sistema patriarcal. La placa de gas simboliza progreso, modernidad y civilización urbana.

En «La rosa roja», Egor Prokudin regresa a la aldea a ver a su madre — y las primeras escenas muestran precisamente la hornilla rusa. Esto da inmediatamente una idea: el personaje regresa a sus raíces, a la verdadera vida.

Pero en «Romance oficial», todas las cocinas son estrictamente urbanas, con placas de gas. Es el mundo de funcionarios y empleados, donde no hay espacio para romantismo rural.

Foto: pinterest.com

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La vajilla como caracterización del personaje

El utensilio de cocina en el cine soviético funcionaba como una caracterización precisa de los personajes. Ollas enlacadas y platos simples eran signo de personas simples y honestas. Copas cristalinas y juegos de porcelana eran atributos de riqueza o pretensiones hacia ella.

En «La mano brillante», Gorbovnikov tiene un juego de vajilla soviética común. En el restaurante, los contrabandistas tienen cristal y plata. El contraste es evidente: honestidad frente a ganancia.

Los directores tenían especial cariño por los samovares. Simbolizan el calor familiar, hospitalidad y tradiciones rusas. Un samovar en la mesa automáticamente hacía que la familia fuera considerada «buena» y de conducta correcta.

Foto: pinterest.com

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Dramas familiares alrededor de la mesa de cocina

Las conversaciones más importantes en el cine soviético sucedían precisamente en la cocina. Allí se explicaban amores, se reconciliaban tras discusiones y tomaban decisiones importantes. La cocina era un espacio sincero, donde se quitaban las máscaras y aparecían los verdaderos sentimientos.

En «Moscu no cree en las lágrimas», Katia confiesa sus planes a sus amigas precisamente en la cocina. En «Amor y palomas», todos los dramas familiares se desarrollan alrededor de la mesa. En «El Afono», el protagonista busca calor y comprensión, y los encuentra también en la cocina.

Los directores entendían: la cocina es el espacio más informal de la casa. Allí, las personas se vuelven ellas mismas.

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La comida como lenguaje de emociones

Cómo preparan los personajes, cómo comen — todo formaba parte de su caracterización. Borscht y albóndigas: familia tradicional. Delicatessen y productos extranjeros: pretensiones de distinción. Una simple sopa de avena: humildad y simplicidad.

En «La ironía del destino», el famoso pescado en escabeche se convirtió en símbolo de una pareja incompatible. En «Amor y palomas», Nadya prepara comida simple pero sustanciosa — un signo de preocupación por su familia.

Es interesante que en el cine soviético casi nadie cocinara platos sofisticados en casa. La cocina compleja era privilegio de restaurantes y ocasiones especiales.

Cocina como ascensor social

Se podía seguir el progreso social de los personajes a través de sus cocinas. En «Moscu no cree en las lágrimas», el camino de Katia desde una chica común hasta directora de fábrica se muestra también a través del cambio de cocinas — desde una comunal hasta una elitista.

El tamaño de la cocina, calidad del mueble y presencia de electrodomésticos — todo funcionaba como indicador de éxito. Una cocina espaciosa con electrodomésticos importados significaba que el personaje «había triunfado en la vida». Una cocina pequeña con mínimos confort indicaba que aún faltaba un largo camino hacia la cima.

Las cocinas soviéticas en el cine no eran solo decoraciones. Eran retrato de una época, enciclopedia del estilo de vida, manual de sociología. Cada olla, cada toalla contaban al espectador más que páginas de texto sobre cómo vivían las personas en la URSS.