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Cómo una pareja familiar reformó una casa con sus propias manos
Todo comenzó de forma sencilla: el arquitecto Viktor y la ceramista Elina se mudaron al distrito de Goteborg Mayorhuus y se establecieron en una habitación normal, algo apretada con una cocina pequeña.
De camino por los alrededores, la pareja se encontró con una casa cercana, en venta, también pequeña, de algo más de 24 metros cuadrados. En ese momento les vino a la mente una idea: ¿por qué no comprarla y convertirla en extensión de su apartamento? Además, el inmueble venía con un amplio terreno de 250 metros cuadrados con un jardín descuidado y un pequeño edificio del tamaño de una cama matrimonial.

Resultó que junto con la compra de la propiedad Viktor y Elina adquirieron una gran cantidad de trabajo. La casa fue construida en los años veinte y sufrió mucho desgaste, tuvieron que excavarla literalmente desde debajo de la tierra. El fachada se conservó parcialmente, y además fue necesario reforzar el cimiento y reconstruir la casa casi por completo.
Por otro lado, la pareja finalmente obtuvo la cocina grande deseada, una terraza y una habitación en el jardín donde pueden recibir a los invitados o dormir ellos mismos.

Dado que los suecos tratan con reverencia la ecología y el uso de materiales reciclados, muchos elementos antiguos pero aún funcionales como marcos de ventanas y parte del fachada fueron utilizados activamente en la restauración de la casa – y ahora se sienten orgullosos de ello.
Además, durante las obras de reforma que duraron aproximadamente un año y medio, Viktor descubrió tablas de madera sólida dentro de las paredes. A partir de estas se fabricó una mesa rústica y robusta para la cocina.

Con el suelo surgió toda una épica. Viktor leyó en algún lugar que se puede lograr un tono interesante frotando las tablas con una pasta de café.
La pareja se atrevió: invitaron a sus amigos y organizaron una gran fiesta, previamente untando generosamente el suelo con café para que los invitados pisaran fuerte. Las tablas adquirieron un tono marrón uniforme y expresivo.

Cuando llegó el momento de decorar, entró en juego Elina. Así surgieron hallazgos de mercados de pulgas y artículos de IKEA.
Las almohadas en la terraza fueron decoradas con pintura textil por Elina, y en la repisa abierta para almacenamiento colocó platos hechos por ella misma. La vajilla hecha a mano se integró perfectamente en la estética de esta casa imperfecta pero acogedora.
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