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Cómo convertir una granja lechera en una casa familiar en solo 2 meses
Los dueños de esta casa son la pareja Carolin Novink y Mark Roderick, quienes viven aquí con sus cuatro hijos: Charlie, Oscar, Jack y Harry. La decisión de comprar surgió después de que la pareja se hospedara en esta zona. Inicialmente planeaban convertir el cottage en una casa de vacaciones, pero al ver cuánto tiempo pasaban allí, decidieron mudarse completamente.
En algún momento me pregunté: "¿Pasamos tanto tiempo aquí? ¿Por qué no vivir aquí?"

El presupuesto de Carolin y Mark era limitado, por lo que no cambiaron nada, mantuvieron la distribución original y no es sorprendente, ya que la casa tiene cinco habitaciones. Incluso con una familia tan grande, cada uno encontró su espacio.

Sin embargo, el pasado “lechero” se notaba y la pareja tuvo que hacer una reforma que duró solo ocho semanas. Para ahorrar, los cónyuges intentaron reparar electrodomésticos, restaurar puertas y terraza por sí mismos y buscar muebles en mercados de segunda mano.
Cuando vimos la casa por primera vez, queríamos tirar todo, pero al mirar con más atención entendimos que dentro había muchas cosas buenas.

Actualmente, en la casa hay nuevo piso de madera y una cocina nueva, mientras que el resto del mobiliario fue pintado, reparado o encontrado en mercados de antigüedades. Las paredes están pintadas de blanco, un color que une todos los elementos del interior.

La cocina es pequeña pero funcional. Las puertas son blancas como las paredes, y la encimera de madera aporta calidez con su tono. También hay una mesa para comedor que la pareja conservó de los antiguos dueños y restauró.

La sala de estar y la cocina están separadas por un arco, lo cual es conveniente cuando se quiere zonaizar el espacio y crear un lugar para reunirse con toda la familia. El sofá también fue conservado de los antiguos dueños, y la mesa de café se encontró en una feria vintage en Sídney.

Todas las habitaciones fueron decoradas siguiendo el mismo principio: sin excesos. Puertas pintadas y restauradas, mesas con formas inusuales y armarios vintage recogidos en mercados de antigüedades. Además, en todas las habitaciones cuelgan lámparas que la pareja decidió colgar de ganchos y ajustar su longitud. Así, una lámpara se convierte en un brazo de mesa y viceversa.



Carolin y Mark conservaron la terraza que ofrece vistas a los antiguos pastos y al antiguo establo de ordeño, dejado como recuerdo de la granja lechera.



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